Cuerpo, Sonido y Titanio
La relación entre el destape, el rock radical vasco y el efecto Guggenheim en la transformación sociocultural de Euskadi
Una cartografía audiovisual de memoria, resistencia y transformación

Cuerpo, Sonido y Titanio es una pieza de videoarte que nace de una pregunta visceral, casi imposible de responder: ¿cómo se inscriben los grandes relatos históricos en los cuerpos, en los paisajes, en los sonidos?
¿Cómo suenan las huellas de una transformación cultural que, a menudo, ha sido narrada desde el poder, la hegemonía y la simplificación?

¿Cómo recuperar, desarmar y reimaginar esas imágenes y sonidos para generar otras formas de memoria, más fragmentarias, más afectivas, más incómodas, más nuestras?
El proyecto se sitúa en Euskadi como un territorio específico, cargado de tensiones políticas, culturales e identitarias, pero también como un espejo donde se reflejan conflictos universales: la lucha entre memoria y olvido, entre resistencia y asimilación, entre cuerpo y poder, entre pasado y presente, entre lo local y lo global. A partir de tres fenómenos culturales —el destape, el Rock Radical Vasco y el Efecto Guggenheim—, la obra propone un recorrido fragmentado por las memorias del cuerpo, el sonido y la industria. No se trata de un análisis lineal ni de una cronología ordenada, sino de una constelación de imágenes, sonidos y texturas que se cruzan, se contaminan, se interrumpen, generando nuevas relaciones y sentidos.

No es una crónica.
No es un archivo ordenado.
Cuerpo, Sonido y Titanio es un ejercicio de montaje, de cruce de tiempos y de materiales, de desorden y de ficción. Es una coreografía de imágenes de archivo, fragmentos sonoros, voces en euskera, castellano e inglés, glitches digitales, respiraciones, distorsiones, y recuerdos generados por inteligencia artificial. Una voz femenina en off atraviesa la pieza, no como narradora omnisciente ni como figura autoral, sino como un cuerpo que respira, que duda, que pregunta, que se deja atravesar por la historia y sus fracturas. El archivo es manipulado, glitcheado, sobreimpreso: los cuerpos del destape se funden con fábricas desmanteladas; los riffs del punk vasco se entrecortan con los golpes de la txalaparta; los paisajes industriales de la ría de Bilbao se disuelven en manchas líquidas, en texturas irreales, en rostros que ya no existen o que quizás nunca existieron.

El sonido es un elemento clave: respiraciones entrecortadas, jadeos, frases rotas, el ritmo ancestral del txistu, el crujido de una pared que se derrumba, el eco de un silencio que pesa. Todo ello crea un paisaje sonoro que no acompaña ni ilustra las imágenes, sino que las atraviesa, las desborda, las fragmenta, las potencia. El sonido actúa como una vibración que conecta el cuerpo del espectador con la memoria colectiva: una memoria que no es lineal ni estable, sino discontinua, alterada, parcial, cargada de afectos y de ausencias.
El proyecto trabaja con la estética del error como una estrategia política y poética: los fallos digitales, las imágenes degradadas, las superposiciones caóticas, las texturas saturadas, los cuerpos incompletos, los silencios incómodos, todo ello es parte del lenguaje visual y conceptual de la pieza. Lo que en otro contexto podría entenderse como un fallo técnico, aquí se convierte en un gesto deliberado: un acto de resistencia frente a la homogeneización visual, frente al archivo como herramienta de control, frente al relato oficial que borra matices y subjetividades. La pieza apuesta por el error como grieta, como espacio de fuga, como territorio de posibilidad.

El proceso de creación fue deliberadamente abierto, intuitivo, lleno de dudas, de pruebas y de hallazgos inesperados. Partí de una investigación teórica sobre la historia cultural vasca, la representación del cuerpo femenino, las tensiones entre memoria e industria, pero pronto comprendí que necesitaba ensuciarme las manos con las imágenes, con los sonidos, con el ruido digital. Trabajé con programas de edición como DaVinci Resolve, con inteligencia artificial para generar imágenes y texturas (MidJourney, Runway ML), con Audacity para manipular el sonido, con vídeos de archivo encontrados en la red, con materiales propios. Muchos de los fragmentos visuales y sonoros son el resultado de experimentos: rostros generados por IA que evocan recuerdos inventados, glitches que aparecen como errores de software y se convierten en parte del lenguaje, superposiciones accidentales que producen significados imprevistos. La pieza se fue construyendo como un ensamblaje, como un palimpsesto: capas sobre capas, pruebas, errores, intuiciones, repeticiones. El proceso fue tan importante como el resultado: un viaje de búsqueda, de preguntas más que de respuestas.

Cuerpo, Sonido y Titanio está concebido como una instalación inmersiva: una proyección de gran formato, con sonido multicanal, que busca activar una experiencia física, sensorial y afectiva en el espectador. No se trata de “ver” una película, sino de ser atravesado por ella, de dejar que las imágenes, los sonidos y las palabras resuenen en el cuerpo como una vibración, como una herida abierta, como un recuerdo que no termina de encajar. La obra no ofrece una narrativa cerrada ni un mensaje unívoco: es un espacio de preguntas, de ambigüedad, de apertura. ¿Qué cuerpos han sido silenciados en las historias oficiales? ¿Qué memorias quedan fuera del archivo? ¿Qué significa manipular imágenes del pasado con inteligencia artificial? ¿Qué implica remezclar los restos de una historia colectiva desde el presente? ¿Cómo construir una memoria crítica, situada, encarnada, que no sea solo archivo, sino también afecto, grieta, resistencia?

Este proyecto se inscribe en una genealogía de prácticas artísticas contemporáneas que trabajan con el found footage, la remezcla, la crítica cultural, el feminismo interseccional, la memoria como territorio en disputa, la estética del error, la inteligencia artificial como herramienta crítica. Dialoga con artistas, teóricas y pensadoras que han reflexionado sobre la representación del cuerpo, las políticas de la imagen, la construcción de la memoria: desde las intervenciones feministas en la historia del arte hasta los debates actuales sobre IA y política cultural. En ese cruce, Cuerpo, Sonido y Titanio es un intento de intervenir el archivo, de tensionarlo, de preguntarle desde un lugar incómodo: ¿qué es lo que no vemos? ¿qué es lo que no escuchamos? ¿qué es lo que no queremos recordar?

Cuerpo, Sonido y Titanio es una invitación a pensar la memoria como un espacio inestable, conflictivo y abierto: un territorio donde los cuerpos, los sonidos y las imágenes pueden ser remezclados para imaginar otras formas de resistencia, de cuidado y de deseo. Una pieza que no cierra, sino que abre: un mapa incompleto, un collage inacabado, una grieta donde los ecos del pasado siguen resonando.
Sandra Esturao, 2025
Debatecontribution 0en Islada Beltza
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